En Milàn, en el 1574, desde hace ya, casi, doscientos años, la construcciòn de la catedral estaba en obras. Detràs de la construcciòn, habìa una verdadera ciudad de talleres, donde vivìan carpinteros, escultores, carpinteros de obra, y artisanos, venidos de toda Europa. En los alrededores, vivìa Valerio di Fiandra, maestro vidriero. El tenìa el cargo de crear algunas vidrieras, y por completar su obra, se habìa llegado consigo, de Milàn, algunos de sus mejores alumnos.
Uno, en particular, resaltaba entre los otros, por su extraordinaria habilidad en la mendiciòn de los colores. Cual era su secreto? Meter una pizca de azafràn en el amasijo de colores. Propio por esta sua costumbre, le llamaban "Azafràn".
Maestro Valerio conocìa la manìa de "Azafràn", pero actuaba como quien no hace la cosa, sòlo le repetìa que si hubiese ido adelante asì, meterìa el azafràn, tambièn en el arroz.
El dìa de las bodas de la hija de Valerio, "Azafràn" convenciò el cocinero que espolvorease el arroz, del banquete de las bodas, con un poco de polvo amarillo.
Figùre el estupor de todos los comensales, cuando, sobre la mesa, apareciò todo aquel risotto color azafràn! Pero el plato tuvo un gran éxito, y en un abrir y cerrar de ojos, ni un grano se quedò. De la broma de "Azafràn", naciò el arroz con azafràn.